lunes, 15 de septiembre de 2014

Tienes 18 años y mucho que contar.

Sí, Luis Iván. Aún tienes 18 años y ya tienes muchas cosas que contar. Has tenido el privilegio de poder abrir tu mente al mundo muy pronto. Y yo he tenido el privilegio de ver el mundo a través de tí. A veces una videoconferencia desde Dubai, a veces un streaming desde Balí, a veces en directo como aquel memorable día en Berlin en que levantaste de los asientos a la flor y nata de los hackers europeos. A veces te llevaba el maletín como en Londres mientras te entrevistaban cadenas de TV de varios países.  A veces pude estar dentro de los estudios en entrevistas entrañables como en Radio Uruguay. Compartimos todas las Campus Party excepto la de Quito aunque allá en el centro del mundo te mimaron, me lo contó tu asistente Byron y el propio Maddog. También hubo momentos de gran incertidumbre como cuando "desapareciste" durante un montón de horas por las cumbres de Bolivia y es que aquel viaje fue largo, largo...
Has hablado en público muchas veces y alientas a otros jóvenes como tú a que sigan su propio camino, como tú has hecho. Eres un visionario valiente y no te cortas para decir lo que piensas. Nunca lo has hecho. Hay muchas personas a las que inspiras. Yo, una de ellas.
Acabo de leer tu libro y ya lo tengo como manual. A veces es necesario recordar pequeñas cosas que unidas pueden conseguir grandes logros.
Tu generosidad ha sido siempre algo que te ha hecho más grande. No olvides que la humildad también. Siempre te lo he dicho y te lo seguiré repitiendo. Sé que estoy en deuda contigo. Tú me devolviste a la realidad. Me espoleaste para que siguiera actualizándome cada día. Aún te debo los mil euros que me dejaste de tus ahorros para pagar aquella letra de la hipoteca. Y conservo y utilizo tus regalos, como el Acer TravelMate 5720 que sigo programando, o la tablet que tanta ilusión te hizo (Archos 10) que utilizo para leer mis libros de Kindle, o el Samsung S que utilizo para Android. Todo ello te lo comprabas con tu dinero desde muy joven. Eran tus inversiones.
Ahora me regalas un libro y me hace enormemente feliz. Me siento muy orgulloso porque sigues con tus ideales y los defiendes con pasión.
Ya hace un año que vuelas solo, aunque en realidad todos estamos contigo. Todos sentimos que eres la voz que puede despertar a una nueva generación necesaria que haga este mundo un poco más habitable. Sigue así, creciendo, recuerda la palabra que más hemos usado: "desarrollo".

sábado, 6 de septiembre de 2014

Podamos, podemos, pudimos: fases de una revolución tan necesaria como anunciada


A lo largo de la historia cada vez que el "sistema" de poder intentaba acabar con los ciudadanos siempre se producía una revolución sangrienta. Recordemos sin ir más lejos qué pasó en "La Bastilla".
Pero la evolución del ser humano es constante y en la actualidad los métodos pueden ser mucho más refinados.
La "ley" siempre está de parte del "sistema", pero siempre hay flecos, errores, rendijas por donde se pueden colar las "hormigas".
Cómo una simple rendija puede dejar pasar a miles de hormigas en una estancia y entre todas con un enorme trabajo de cada una, sin parar son capaces de mover masas que parecían imposibles.

¡Podamos! (¡indignaos!)

En un momento determinado, miles de personas despertaron de un largo letargo. El 15M fué como la alarma de un despertador matinal que te induce a levantarte porque es tu deber. Fué como una forma de entender que había que hacer algo. Cuando Hessel publicó “Indignaos” actuó de despertador y gracias también a Sampedro, la primavera del 2011 fué el amanecer de una nueva revolución con un estilo propio que años más tarde se constituyó como un modelo exportable a otros países también dormidos. Ya en febrero la ley “Sinde” aprobada en el senado marcaba un “matrimonio” PPSOE que no se escondía para nada y que dejó estupefactos e indignados a muchos ciudadanos.
Ante tanta corrupción moral y económica sólo cabe la indignación. Cuando la mayor parte de la riqueza de un país está en manos de unos pocos que no son precisamente los que la producen se origina una herida que acaba siempre infectándose con un odio ciertamente entendible. Si además esa riqueza se esconde en paraísos fiscales y los ciudadanos comienzan a pasar penalidades, la indignación siempre acaba en rebelión.
Así que comienza un proceso mediante el cual se ponen las bases para probar un modelo en Europa y Madrid primero, y Barcelona más tarde, junto con Sevilla, Valencia,... son los centros operativos sobre los que las primeras células emergen en una organización pacífica y muy inteligente. Con el epicentro en Sol, un terremoto que mueve a miles de universitarios, jubilados, intelectuales, bohemios, trabajadores,..., personas normales con una vida normal, pero que por el hecho de tener ideales y manifestarlos son llamados “perroflautas”. Son el germen de una nueva sociedad en la que se busca algo que puede no ser una utopía: LA DEMOCRACIA PARTICIPATIVA.
Mediante una estructura basada en involucrar a todos los ciudadanos de forma impersonal se establece una red de redes. Gracias al software libre y a la aportación voluntaria de muchos hackers y de algunas tarjetas de cédito, los servidores aumentan los contenidos, la información fluye y se distribuye con una eficiencia envidiable para ser un sistema de “voluntarios”.
Anonymous se interesa y apoya el proyecto. Vienen de otros países como USA para aprender y tomar nota de cómo poner la misma experiencia en sus sociedades y lo intentan.
Durante tres años el movimiento permanece en el anonimato debatiéndose entre si se comienza a poner nombre y se da un paso adelante o no. Comienzan los bailes de nombres como DRY (Democracia Real Ya). Se buscan asociaciones que colaboren para “legalizar” ciertos procesos, pero siempre es complejo. De los primeros pasos dados por los partidos como el PDI surgen otros, y algunos como el Partido X llega a tener cierta popularidad entre la gente afin al movimiento.

¡Podemos! (¡reacciona!)

Otra señal en el 2011 llegaba desde Islandia. Podemos llevar a un presidente corrupto a la cárcel. Podemos enjaular a los banqueros que han hundido nuestro país. Sí, Islandia es un país pequeñito, pero ha dado una gran lección al mundo. Alguno de los activistas que propiciaron ese “milagro” vinieron a España a explicarlo.
Después de tres años de trabajo parece que se va consolidando el movimiento y se ve claramente que el sistema comienza a blindarse con nuevas leyes como la nueva Ley de Seguridad Ciudadana.
Un grupo de personas que podrían etiquetarse como intelectuales deciden que ya está bien de esperar y proponen un proyecto. Lo presentan en Lavapies y comienzan a distribuirse emails. Es firmado por decenas de miles de personas en tan sólo unas horas. A partir de ahí, todo fué vertiginoso. Había que hacer unas listas y el vehículo era Internet. Todo tenía que ser rápido y se improvisó lo mejor posible, pero se consiguió llegar a unas elecciones europeas que no significaban gran cosa en los objetivos finales pero que era el test necesario para poner o no en marcha todo un proceso mucho más ambicioso. Sin dinero ni opciones a créditos hubo que tirar de la generosidad de los ciudadanos y gracias a ella todo fué posible.
Muchos analistas políticos en el mundo se preguntaban cuánto más iba a tardar en surgir un movimiento político nuevo en España. Les parecía muy extraño que con el panorama reinante no surgiera una nueva fuerza política con fuerza. Dos partidos mayoritarios unidos siempre contra el ciudadano (recordemos leyes como la “Sinde”, su negativa durante sus gobiernos a la dación en pago,...), y sin embargo siempre los más votados, alternándose el poder a nivel nacional y en casi todas las comunidades.
Realmente el sistema funciona perfectamente. Por un lado muchos medios de comunicación marcan las tendencias. Por otro lado un sistema educativo que se encarga de “adiestrar” ciudadanos pasivos, que no piensen más allá de los recorridos de las parábolas de un balón de cuero. Una “democracia” que en realidad es la herencia de un dictador con una fachada muy bonita pero con una letra pequeña alejada de la realidad actual.
Importantes empresarios en la sombra pero que mueven como a marionetas a los representantes del pueblo y cuyos premios siempre van relacionados con puestos de consejeros en sus grandes empresas.
Durante un período en el que no hay un sólo gobierno autonómico que escape a la corrupción, donde los sobres de dinero negro llevaban nombres de los más altos cargos del gobierno, donde la propia corona se ve envuelta en casos de corrupción, un pueblo legendario se refugia en la esperanza de volver a ser campeones del mundo en Brasil, y sí, acaban siendo campeones en Europa en corrupción, campeones en Europa en paro juvenil,...
El partido en el gobierno comienza a sentir pánico y ya plantea modificar leyes importantes como la Ley electoral. Algunos de sus dirigentes ya no se atreven a hablar. Las dudas sobre su futuro les corroen.
El otro partido en la alternancia cíclica y a veces parece que pactada también siente pánico y decide buscar nuevos rostros atractivos y mostrarlos en el “Hola”. Es hora de “renovar”, eso sí, con los pactos bien firmados y maquillan un cambio, aunque todo sigue igual porque las federaciones siguen sin evolucionar.
Los sindicatos también sienten pánico porque los movimientos ciudadanos les dan la espalda. Salen a la luz facturas escandalosas de comidas, maletines, camiones de papel para una fotocopiadora de sobremesa, cursos en los que los alumnos son siempre los mismos, a veces los empleados de las academias que les siguen el “rollo”, o simplemente cursos que no se imparten y se pierden los justificantes,es decir, corrupción, más corrupción. Y sienten que ya no son tan necesarios para “controlar” los enojos ciudadanos y eso puede conllevar la grave limitación de “premios” como esas partidas millonarias pactadas cada año a tres bandas.

¡Pudimos! (¡comprometeos!)

El sistema estaba bien diseñado, parecía que no había errores, pero apareció una grieta.

 Imaginemos un edificio. Para simplificar imaginemos dos pisos. En el superior se encuentran los poderosos, aquellos que están en la sombra, realmente los que gobiernan, en salas lujosas llenas de refinados controles desde donde manejan todo, pero todo, absolutamente todo.
En la planta baja se encuentra una sala con una urna en el medio. Dentro de la urna se encuentra una materia gris, es la voluntad de un pueblo, presa en una caja de cristal. Alrededor, en la sala se encuentran los altos representantes del pueblo (presidentes, ministros, directores generales,...). Todos tienen un puesto de trabajo con controles que dependen de los de la planta superior. Todos tienen la responsabilidad de vigilar esa urna, que no se mueva, que siga siempre ahí, cautiva.
En el exterior del edificio y rodeando el perímetro se encuentran muchos individuos armados, algunos uniformados y otros no. Su misión, que nada se mueva, que nadie pueda entrar ni salir del edificio si no tiene la autorización de los individuos de la planta superior.
También en el exterior se encuentran dispersos millones de seres. Son personas, mejor dicho, eran personas, pero con el tiempo han ido decreciendo tanto que ahora son como pequeñas hormiguitas.
Cada vez que había un temblor, un pequeño terremoto (como los del 15 de mayo, 15 de octubre,...) aparecían pequeñas grietas en las paredes del edificio, pero como eran inapreciables a simple vista nadie les daba importancia.
Un buen día, unos jóvenes “exploradores” del tipo “hormiguitas” descubrieron una pequeña rendija y se dieron cuenta de que podían entrar por ella. Y lo hicieron y vieron la urna y entendieron su significado. Con su conocimiento y talento identificaron las coordenadas y se fueron. Organizaron un sistema de comunicación tan eficiente que compartieron esa información rápidamente entre los millones de “hormiguitas” que poblaban aquella tierra gris.
Cada cuatro años se encendían todas las luces de aquel edificio y se oían risas, música, oradores que se entusiasmaban unos a otros y los vigilantes podían beber y festejar sin límites. Era un día singular y se anunciaba la fiesta con antelación. Pasó un tiempo y llegó ese día.
El comité de comunicación de las “hormiguitas” lo tenía todo dispuesto. Cuando comenzó la esperada fiesta millones de “hormiguitas” se alinearon en una estructura vectorial frente al edificio. Con un orden riguroso las primeras filas fueron entrando por aquella pequeña grieta formando columnas que trepaban ya por las patas de la mesa que sustentaba la urna. Durante horas, aquella sala estaba sin vigilancia porque todos estaban celebrando sus “triunfos” pasados y futuros. Al cabo de unas horas, aquella urna comenzó a moverse, parecía tener vida propia y se deslizó hasta el extremo de la mesa. Un último esfuerzo de aquella masa colectiva, todos a la vez, la impulsaron al vacío. Fué una explosión. Aquella materia gris se fué liberando y fué absorvida por todas aquellas “hormiguitas”.
¿Que qué pasó?
Pues el final te lo imaginas tú. Yo simplemente te digo: “aprovecha ese pequeño resquicio antes de que lo sellen, que ya están en ello”.




NOTA: Este “artículo”(por llamarlo de alguna manera) es fruto de mi imaginación, y se ha producido en una calurosa noche de verano en Madrid, con la influencia de una rebosante luna casi llena y una paz iluminada por miles de estrellas. Así que nadie se preocupe. Sólo soy una “hormiguita” más.