lunes, 2 de junio de 2008

La estrategia del salto

A pesar de los cambios ocurridos en nuestra sociedad durante los últimos años aún tenemos muchos dirigentes en empresas y organizaciones de todo tipo que utilizan esta estrategia. Consiste en ampararse en saltos estacionales y de otro tipo (como fiestas religiosas) regulado y asumido por todos para aplazar decisiones, eventos, inversiones,…
Si observamos el calendario, vemos qué fácil es utilizar esta estrategia en nuestro país. Ahora estamos en Mayo, primavera, pero en Junio entra el verano, total dentro de un mes y mucha gente está pensando en las vacaciones soñadas durante todo el año para las que habrá ahorrado o más bien se tendrá que empeñar para pagar durante el próximo. Así que prácticamente podemos aguantar un mes y ya estamos en un estado semivacío de contenidos y de acciones que entra en un cierto letargo hasta Septiembre. Entonces comienza el curso escolar. Además aún hay muchas fiestas que dan un respiro, así que prácticamente es otro casi no efectivo. Llegamos a Octubre. Es un mes largo. Hay que aguantar. Aquí es más difícil, es donde hay que agudizar el ingenio para inventarse algo que distraiga. En Noviembre nos apuntamos a la fiesta religiosa del día 1 que proporciona a veces un buen puente, pero si hay mala suerte y cae en sábado, la fastidiamos. Pero en Noviembre ya tenemos a las grandes cadenas comerciales como aliados que a primeros de mes ya comienzan su agresiva campaña de Navidad con lo que comenzamos con la estrategia de una gran fiesta religiosa que se basa sobre todo en unir a la familia o lo que quede de ella y en gastar todo lo que podamos y también lo que no podamos, pero el año que viene ya veremos.
Total que si aguantamos hasta Diciembre, ya tenemos un logro porque a primeros ya tenemos El primer puente y luego las largas vacaciones de Navidad.
Cuando empezamos Enero ya podemos mirar hacia las fiestas de Carnaval, las primeras paganas, y enseguida (depende de la luna) la semana santa, otras fiestas religiosas que nos vienen muy bien.
Y ya estamos de nuevo en el ciclo pensando en el verano.
En la actualidad hay decisiones en organismos que se van retrasando incluso a veces hasta tres o cuatro años. Vemos claramente esa estrategia en organismos como un ayuntamiento del que yo hablo a veces y ya me gustaría hablar menos. En Vetusta vemos como proyectos de polideportivos, parques, etc. van alargándose de salto en salto hasta que incluso sirve de programa electoral para hasta ¡3 veces!, o incluso siempre. En Ciudad Naranco por ejemplo, estamos muy acostumbrados a oír hablar de lo mismo y de cómo en La Nueva España presentan obras que se van a iniciar, y ese mismo artículo se presenta en tres o cuatro “saltos” al año.
Pero esta estrategia se utiliza en otros muchos sitios. Hay puestos que no se cubran porque hay que esperar a un congreso (por ejemplo en un partido), o hasta un nuevo curso (por ejemplo en la universidad), o hasta otro evento que marque un nuevo ciclo.
En las empresas tecnológicas, hace años se esperaba al SIMO en España, o a Hannover, o a otras ferias importantes para lanzar algunos nuevos productos. Hoy día eso es impensable. La realidad cotidiana impone una velocidad muy distinta a la que existía en patrones anteriores que hoy ya no vale.
Una organización cuyos dirigentes todavía en el siglo XXI utilicen esta estrategia está abocada al fracaso. Ahora el tiempo es la variable quizás más importante. Le velocidad de proceso de la información debe estar a la altura de las circunstancias y por tanto la velocidad en el proceso de decisiones, que al fin y al cabo es a la que está al servicio la anterior.
Yo, por mi parte, cambio el chip y me apunto a la modernidad. Saltos para avanzar sí. Saltos para ralentizar, no.

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