martes, 12 de febrero de 2008

Nuevos espacios sindicales


Hemos asistido recientemente a un hecho muy importante en la historia laboral de nuestro país: la ley del Estatuto del Trabajo Autónomo que reconoce y regula legalmente a los trabajadores por cuenta propia, ya sean independientes o dependientes económicamente de una empresa. Y hemos asistido recientemente a un hecho histórico. La primera prueba real de la fuerza que tienen los sindicatos que representan a los autónomos. Recordaremos que hace unos días uno de los partidos políticos anunció una medida fiscal valorada en 400 € que marginaba al colectivo de los autónomos (a pesar de que estos pagan impuestos, cotizan a la Seguridad Social y muchos de ellos también pagan hipotecas).
El sindicato UPTA a través de su secretario general Sebastián Reyna (en la foto, en Enero del 2007 en Oviedo) convocó una reunión urgente de su comisión ejecutiva y emitió un comunicado al efecto totalmente en contra de esta nueva marginación.
Otra organización importante para este sector de la población laboral, ATA hizo lo mismo. A partir de ahí aparecieron en todos los medios de comunicación, sobre todo la prensa, el enfado de un colectivo nueva e injustamente marginado.
Pero esta vez, este colectivo tenía voz. El candidato tuvo que rectificar, porque entre otras cosas, a ver cómo explica que su gobierno consigue el más importante logro en la historia del colectivo, el estatuto del trabajo Autónomo, y a los tres meses de su publicación en el BOE les da la espalda y no reconoce como trabajadores a tres millones de personas, que además forman una estructura básica en el desarrollo económico del país.
Los trabajadores sin sindicatos estaríamos perdidos, mudos ante las injusticias. Y la inmensa mayoría de los autónomos de este país somos trabajadores. Sólo una ínfima representación son auténticos empresarios, grandes y medianos en cuanto a tamaño de su negocio, pero yo creo que para este colectivo habría que buscar un nombre específico que los identifique de forma más explícita.
Hace años, ante un olvido tan estrepitoso, tal vez muchas voces se habrían alzado para clamar por tal injusticia, pero no se habrían oído, porque cada una de esas voces dirían algo distinto y en claves distintas, sería las voces de los panaderos, los periodistas, los comerciantes,… Ahora resulta que por encima de asociaciones gremiales o territoriales existen organizaciones nacionales con una única voz, pero muy fuerte, que llega a todas partes. Ahora el sindicalismo abre sus puertas a un nuevo colectivo olvidado. UGT fue el primer sindicato en creer en los autónomos, incorporando ya hace años una federación a su estructura, la UTCP, la unión de Trabajadores por Cuenta Propia, que posteriormente pasó a llamarse UPTA, Unión de Profesionales y Trabajadores Autónomos, y que hoy es la principal organización sindical en este colectivo, con muchos logros recientes en su lucha continua por los derechos de los trabajadores por cuenta propia, una de ellas fue quizás la redacción del primer borrador del Estatuto y la identificación y tratamiento especial del colectivo de los autónomos dependientes. Hay sindicatos, uno de ellos de los más importantes y representativos que ven el autoempleo como una enfermedad socioeconómico laboral. Han hecho alguna incursión en el sector a través de los “trade”, o autónomos dependientes, pero no pasan de ahí. Quizás porque les den miedo los cambios, o también por su reciente noviazgo con uno de los partidos más retrógradas y conservadores (de las costumbres de los cuarenta años de oscuridad) que no nos quieren ver como trabajadores y que incluso en Las Cortes pasaron olímpicamente de nuestro Estatuto.
En conclusión, la evolución laboral continua en las formas y en los hechos que estamos viviendo han provocado un nuevo espacio sindical y los autónomos (siempre me refiero al colectivo en general de mujeres y hombres que trabajan por cuenta propia), ya tienen donde sindicarse para adecuar sus derechos y obligaciones como colectivo laboral en una estructura socioeconómico laboral cada vez más compleja, pero cada vez más justa, o al menos, eso es lo que todos pretendemos, ¿o no?

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